Historia Terreno


Hace 75 años, en tiempos de la República, Félix Gordón Ordás, diputado radical-socialista, creó la Dirección General de Ganadería. Su objetivo era poner un cierto orden en un sector, muy atomizado y disperso, que estaba destinado a tener una gran importancia en la economía nacional. Fundó la estructura política y, con ella, dio la orden para crear en toda España un total de seis centros de experimentación ganadera, que sirvieran de punta de lanza y ejemplo tecnológico para todo el sector. Uno sería para el Norte.

El Ayuntamiento de Gijón, con el alcalde Gil Fernández Barcia al frente, no perdió el tiempo. Hizo la solicitud oficial, que fue aceptada por el Ministerio de Agricultura. No se sabía ni dónde iba a ser instalada, pero empezaba a escribirse la historia de la Estación Pecuaria de Gijón. Han pasado muchos años, muchas técnicas reproductivas, incontables animales de todo tipo y millones de dosis de semen. Hasta cambió su nombre oficial. El próximo mes, si se cumplen los plazos previstos, cerrará de forma definitiva sus puertas. Los animales y el laboratorio serán trasladados a Cenero y Deva y el destino de la finca volverá ser, como lo fuera en el pasado, residencial. Será el adiós a los viejos muros de piedra de la finca Montealegre.

La parroquia de Somió perderá uno de sus emblemas, una finca conocida, en su momento, como la Quinta del Duque, por ser propiedad de los herederos del duque de Tarancón, y habitual residencia veraniega en Gijón de la reina consorte, y luego regente, María Cristina. Las instalaciones eran dignas de tan importantes inquilinos. En sus 114.000 metros cuadrados llegaron a tener servicios bastante poco habituales en los hogares del primer tercio del siglo pasado. Disponían de sus tres pozos de agua, suministro eléctrico y telefónico y, desde luego, un bosquete de uso estrictamente lúdico. También tenían establos con capacidad para 50 vacas. Como residencia, un palacete de bajo y dos pisos, con 22 habitaciones, con oratorio, cocheras y caballerizas. Era una quinta de familia pudiente aunque, a la hora de ser vendida, el Ayuntamiento tuvo que hacer frente a una deuda hipotecaria de 100.059 pesetas sobre la propiedad.

Era el año 1933. El Ayuntamiento sacó a concurso el arrendamiento de una finca por 10 años, con opción de compra, para ser destinada a la Pecuaria. Se presentaron cinco aspirantes, una en La Calzada, dos en Roces y una en Tremañes, además de la de Somió, que fue la aceptada. La compra se escrituró el 19 de julio de 1935 por 300.059 pesetas. Un año después estallaría la Guerra Civil y habría que esperar a mediados de los años 40 para volver a hablar del proyecto, retomado por el régimen franquista. Antes, fue necesario que el Ayuntamiento de Gijón instara a salir de la finca, que era de propiedad municipal, al Regimiento de Infantería número 40, que había instalado su cuartel general en el privilegiado enclave de Somió, utilizando el palacete como residencia de oficiales. El inmueble se adaptó, con posterioridad, para las oficinas de la Pecuaria, hasta que, en el año 1971, las autoridades decidieron derribarlo al considerar que estaba en muy mal estado y costaba más mantenerlo que tirarlo abajo. Con ese derribo, desaparecía el último vestigio importante de la Quinta del Duque.

Manuel Cima, que fue director de la Pecuaria desde principios de los 70 hasta 1996, rememora en un libro que pronto verá la luz toda la historia de las instalaciones y sus progresos técnicos, avalados por un experto equipo de profesionales. Un trabajo que, después de la Guerra Civil, se reinició a mediados de los años 40. El Ministerio de Agricultura invirtió tres millones de pesetas en las instalaciones y puso en marcha la sección avícola y porcina para tratar de educar al productor y difundir las especies.

En 1971, ya como Centro Nacional de Selección y Reproducción Animal, se inició el cuidado de la raza asturiana de los valles y de montaña, con unas modernas instalaciones dedicadas a la genética y la reproducción que lograron importantes éxitos. Con el paso de los años, la vieja Pecuaria fue siendo rodeada por construcciones, por la expansión urbanística. Vio crecer la cercana Universidad Laboral. Su destino estaba marcado. En breve, animales y laboratorio irán para Cenero y Deva y en la vieja Quinta del Duque se construirán decenas de chalés. Aún así, la filosofía de aquel diputado republicano seguirá en vigor y los terrenos, para los gijoneses, siempre serán los de la Pecuaria.


Fuente: El Comercio